Pequeñas editoriales: “Se hace un trabajo muy artesanal en todos los momentos del libro”

Por María Camila Quiroga

Un libro es la mitad del universo creado por un autor para transformar ideas en historias, configurar personajes con rasgos particulares, describir paisajes tanto reales como ficticios e invitar al lector a imaginar la otra mitad de ese mundo. Un trabajo similar, realizan los editores cuando delinean la producción intelectual y material, se enlazan con distintos actores y convierten la obra de un escritor en libro. Leonora Djament, directora editorial de Eterna Cadencia, comentó 
cómo se trabaja en las pequeñas editoriales.

Leonora Djament, después de su paso como editora por Alfaguara y de trabajar nueve años para el grupo Editorial Norma, decidió dejar atrás las grandes casas y apostar por Eterna Cadencia, cuyo camino comenzó en 2005 con la apertura de una librería. Dos años más tarde, también abriría sus puertas como una pequeña editorial fundada y dirigida por Pablo Braun. La directora editorial Leonora Djament, asimismo encargada de delinear el proyecto, se refirió a las particularidades de estas proveedoras de cultura:

¿Cuáles son las diferencias que se destacan entre las editoriales independientes y aquellas que pertenecen a los grandes grupos?
Leonora Djament: El modo de pensar y concebir qué es el libro y las especificidades inherentes a ese objeto. Las editoriales grandes lo que quieren es obtener rentabilidades grandes en poco tiempo y esto significa que el libro que no lo leen en pocos meses tiene que ser saldado. Le piden a la industria editorial una rentabilidad propia de otros mercados, que creo, el libro no puede ofrecer por el tipo del material que es. Porque los libros se venden lento. Casos famosísimos a lo largo de la historia y de grandes nombres como los libros de Kafka, que hoy es un clásico que todo el mundo quisiera tener. Si una gran editorial lo hubiera publicado en aquel momento, no hubiera vendido nada, lo hubiese saldado y hoy se estaría lamentando de haber perdido los derechos. Pensar el libro de una editorial como Eterna Cadencia de otra manera, con la temporalidad propia de este tipo de libros que son bastante de nicho, de los que venden a largo plazo, que tienen que ir encontrando a su público y que no se les pide esa gran rentabilidad. Donde se hace un trabajo muy artesanal, en todos los momentos del libro: se trabaja con el autor, con el diseño y el armado, en la parte comercial con las librerías y el trabajo en la prensa.

¿Cómo es empezar un proyecto editorial autónomo desde la base?
L.D.: Es dificilísimo, en todo momento. No sólo desde el comienzo, todos los momentos de una editorial son muy difíciles, porque este es un sector muy frágil. Financieramente es muy complicado, porque el editor debe pagar muchas cosas con bastante anticipación a que salga el libro. Si hay que pagar un anticipo de derechos de autor, se paga al momento de firmar el contrato y a lo mejor el libro sale dentro de un año y medio. Si es una traducción, la vas a pagar, antes de que el libro salga, y así una cantidad de gastos editoriales, que se pagan mucho antes de que el libro salga a las librerías. Cuando sale a la venta, las librerías se toman por lo menos 30 días para declarar la venta de ese libro, y luego una cantidad muy importante de días para pagarte, con lo cual, desde que hiciste el primer desembolso de dinero y comenzas a cobrar algo de los ejemplares vendidos, pasa muchísimo tiempo. Inclusive un año, o más.

¿En qué momento la editorial se vuelve redituable?
L.D.: Dependen las editoriales y los momentos. Si logra muy rápidamente volverse sustentable, no quiere decir que va a ser a lo largo del tiempo. Entonces, más bien, habría que plantearlo como una cuestión permanente de estar todo el tiempo teniendo muy claro cuál es el plan de negocios para que algo perdure.

¿Cómo compiten las pequeñas editoriales con los grandes sellos?

L.D.: Eterna Cadencia no compite con una editorial grande. Primero porque no se puede: el nivel de las tiradas, la publicidad que puede hacer una editorial grande, acciones de marketing. Me parece más saludable pensar que no compite, porque si no, pierde. En una librería sí hay competencia. Lo que nosotros tratamos es que, el editor o el lector, a la hora de querer comprar buena literatura o buenos ensayos, prefiera nuestros ensayos y no los de otro. O que sume en todo caso y en vez de decidir, pueda comprar todo lo que quiera. No es un trabajo de competencia, sino de sumar lectores, libreros, periodistas, para difundir todo lo posible nuestros libros. No lo pensamos como quién tiene una porción mayor o menor del mercado, si no de promoción de la lectura, de los debates, de la curiosidad y de las discusiones.

¿Qué libros le interesa publicar a Eterna Cadencia?
L.D.: Nosotros publicamos sobre todo, lo que se llama en inglés literary fiction (la oposición a ficción comercial), ficción y ensayo. Ensayo académico, filosófico, de ciencias humanas y crítica literaria. Publicamos también, nuevos autores y consagrados, tanto novedades como reediciones. Nos importa mucho la reedición de libros que no se consiguen en las librerías hace 30 años, y que nos parecen capitales fundamentales. En otros casos, lo que hacemos es traducir por primera vez libros que habían pasado inadvertidos y ninguna editorial los había producido. Ahora en abril, estamos distribuyendo por ejemplo, los textos de Walter Benjamin sobre Kafka, que estaban casi inéditos en su totalidad, en castellano y los traducimos por primera vez para todo el mercado de habla hispana. Nos importan los ensayos que nos hagan pensar, sobre nuestro presente, nuestra situación actual, y no necesariamente por eso tienen que ser libros nuevos o recientes. En el caso de la ficción, nos importan los textos que tienen un trabajo muy particular sobre el lenguaje, más que sobre la trama y que también aportan algún tipo de sentido sobre nuestra sociedad.

¿Tiene Eterna Cadencia un público definido al cual están dirigidos sus libros?
L.D.: Es difícil imaginar, saber cuál es lector. Imaginamos, a alguien que preste atención a estas cosas que nos importan a nosotros, como la producción de ideas en relación al presente. La importancia en la escritura, un lector que sea sensible a estos temas y también que sea curioso, si se trata de un joven autor, que no lo conoce, que no tiene ningún tipo de referencia, que el catálogo de Eterna Cadencia funcione como un contexto de referencia y pueda reconocer un valor en esos textos.

Desde mediados de la década de los ’90, y a partir del ingreso al mercado local de las editoriales multinacionales más relevantes, en la Argentina se dio un proceso de concentración. Como consecuencia y después de la crisis de 2001, nuestro país respondió con el auge de pequeñas editoriales. Fue así, como floreció el deseo de crear un proyecto editorial autónomo e incentivó a los editores a volver realidad ese anhelo de tener su propia editorial.

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