El recurso de la disuasión en la Guerra Fría
Por
María Camila Quiroga
El presente ensayo versará en torno a cómo cambiaron las
relaciones internacionales durante y en el período posterior de la Guerra Fría,
enfocándose principalmente en la competencia global entre los Estados Unidos y
la Unión Soviética.
A través de un recorrido por las principales
transformaciones y los puntos de quiebre de la Guerra Fría, cuestionaré si
realmente las superpotencias estuvieron dispuestas y al borde de una guerra
nuclear. Según Martin van Creveld, autor de La Transformación de la Guerra:
“Sería difícil señalar un solo caso en que un Estado poseedor de armas
nucleares fuera capaz de cambiar el statu quo mediante la amenaza de uso (…) La
razón más importante detrás de este estado de cosas es que, por supuesto, nadie
aun ha descubierto cómo librar una guerra nuclear sin arriesgarse a un suicidio
global”.[i].
En relación a este antagonismo, exploraré los aspectos
geopolíticos, la dimensión ideológica única, social y el impacto cultural. Asimismo,
trataré de predecir cómo se librarán las nuevas guerras en contraste con el
recurso de la disuasión, que se utilizó en la Guerra Fría mediante la amenaza
del impacto nuclear. Apelaré también, a recursos historiográficos para explicar
con mayor profundidad el contexto durante la explícita oposición entre ambas
potencias.
Cuando uno se refiere a los orígenes de la Guerra Fría, surgen
tres grandes preguntas: ¿Quién fue el responsable o quiénes fueron los
responsables?; ¿Quiénes fueron los actores más activos luego de la Segunda
Guerra Mundial?; ¿Cuáles fueron los mayores aliados detrás de la política
internacional Soviética / Americana?
Las respuestas se pueden dividir entre tres grandes
escuelas: los tradicionalistas -como Herbert Feis y Arthur Schlesinger- quienes
ven a la Unión Soviética como responsable de la Guerra Fría debido a la
búsqueda de expansión en Europa del Este como base de su política exterior, motivada
por la ideología o por el imperialismo tradicional ruso. Describen a Estados
Unidos con una política principalmente defensiva, dirigida por los intereses de
seguridad estadounidenses y de sus aliados europeos. Se los sitúa en el
contexto posterior a la Segunda Guerra Mundial y en el período de expansión
del Comunismo (China, 1949, la guerra de Corea, mccarthismo).
En cambio, los revisionistas -como William Appleman
Williams, Gabriel y Joyce Kolko, Anders Stephanson- hacen énfasis en el rol que
jugaron los Estados Unidos. Analizan las acciones de los soviéticos como una
defensa de los intereses nacionales contra el imperialismo estadounidense. Se
centran en el período de fines de 1960-1970: la guerra de Vietnam y las críticas
de izquierda al imperialismo de EE.UU.
Los post-revisionistas -como John Lewis Gaddis, Geir
Lundestad[ii],
Daniel Yergin- consideran las ideas de ambas escuelas pero presentan mayor
afinidad a la mirada tradicionalista. Coinciden en que Estados Unidos
implementó medidas para expandir sus intereses. Sin embargo, destacan que el
gobierno no estaba motivado sólo por consideraciones antisoviéticas y niegan
que los intereses económicos hayan sido el foco principal estadounidense en
Europa. Por ejemplo, la diferencia -en palabras de John Gaddis- entre un
imperio por invitación (Estados Unidos llevando prosperidad), y un imperio por
imposición (URSS llevando terror) en el período que comenzó en 1970 hasta la
actualidad.
Actualmente, los historiadores coinciden en tres factores que
entraron en juego: factores sistémicos, relacionados al vacío que dejaron la
caída de la Alemania nazi y Japón, además del debilitamiento de los poderes
coloniales. En segundo lugar, factores ideológicos, vinculados al liberalismo
de Locke (derechos y libertades individuales, la ley y el respeto por la
propiedad privada, el libre intercambio). En contraposición, el
Marxismo -Leninismo (lucha de clases, la imposible coexistencia pacífica entre
el capitalismo y el comunismo), el Determinismo Soviético contra el Mesianismo
estadounidense en relación a su acercamiento e involucramiento en los asuntos
mundiales, y el estado totalitario en contra de la democracia liberal.
Finalmente, los factores ligados a las personalidades y a las dinámicas
institucionales (debate entre la personalidad de Stalin o la influencia de
Kenan).
Dentro del contexto del mundo bipolar, cabe destacar la
amenaza constante de una guerra nuclear entre las dos superpotencias. Van
Creveld hace referencia a que desde un período que se inicia en la Segunda
Guerra Mundial, cuatro quintos del poder militar mundial está controlado por un
puñado de estados industrializados: Estados Unidos, la Unión Soviética, y sus
aliados de la OTAN y del Pacto de Varsovia. Agrega además, que los armamentos
principales de las potencias militares son las armas nucleares y los vehículos
portadores de las mismas. Como Jean Guitton cita a Pascal en El pensamiento y
la guerra, la Filosofía en la disuasión en la era nuclear[iii]:
“Si usted gana, gana todo; si pierde, no pierde nada. En un juego donde las
oportunidades de ganar o perder son iguales, si lo que se arriesga es finito
mientras que lo que se puede ganar es infinito, nuestra demostración tiene una
fuerza infinita”.
Pero, Van Creveld interpreta que si bien las
superpotencias obtuvieron parte importante de su status a partir de la mera
posesión de sus arsenales nucleares, se les tornó problemático traducirlo en
beneficios políticos tangibles; algo que ya era evidente en junio de 1945
durante la conferencia de Potsdam. “Las posibilidades de que el Presidente
realmente ordenara apretar el botón fueron, en palabras del Asesor de Seguridad
Nacional MacGeorge Bundy, de una en cien. Aún, la posibilidad de una en cien
veces fue suficiente para darle al mundo un susto que le ha durado hasta el
presente”, concluye el autor de La Transformación de la Guerra[iv].
Recientes enfoques, demuestran que la Guerra Fría fue un
fenómeno global y multidimensional. De acuerdo a esta primera mirada, Add Orne
Westad[v];
durante este período se influenció al tercer mundo- más que a otras regiones en
el globo- debido al rol de los estados soviéticos en el proceso de descolonización
y el impacto de las “proxy wars”.
Los historiadores que siguen los argumentos de Westad destacan
el legado de la Guerra Fría en el mundo en desarrollo: el preponderante papel
de los militares en estos países y la militarización general de la competencia
política; el aumento de la letalidad en los conflictos locales y regionales
(Estados Unidos/ URSS proporcionando armamento sofisticado a los grupos).
También, argumentaron (Jeremy Suri) que la Guerra Fría vió el surgimiento del
activismo global, es decir, provocó que los ciudadanos de estados
postcoloniales fuesen más conscientes de los problemas sociales y políticos
(desigualdad, discriminación, etc.). Este "despertar social global" difuminó líneas tradicionales entre
colonizador y colonizado o entre Oriente y Occidente.
Por otro lado, de acuerdo a los partidarios de un fenómeno
multidimensional; sus estudios se centraron en aspectos olvidados de la Guerra
Fría como: su dimensión cultural, por ejemplo, el reciente libro de Frances
Stonor Saunder, Who Paid the Piper? CIA
and the cultural Cold War, que se trata sobre la controversia del impacto de
los programas culturales financiados por la CIA en Europa. Asimismo, el aspecto
medioambiental en varias áreas clave: carrera nuclear, desarrollo de la
industria y las infraestructuras, guerras de poder, integración de cuestiones
medioambientales en las negociaciones diplomáticas en Europa en los años
setenta, protestas políticas y partidos políticos ambientalistas.
Al finalizar la Guerra Fría, y con la caída de la Unión
Soviética; surgen distintas miradas sobre este desenlace. De acuerdo a la
visión triunfalista, el liderazgo de Estados Unidos provocó la caída de Moscú[vi],
quienes apoyan esta visión se centran en el papel de Ronald Reagan y su proyecto
“star wars”. Enfatizan la política
neoconservadora de línea dura hacia la URSS que Reagan persiguió durante el
primer año de su presidencia, y que "quebró" la capacidad soviética
para competir con los Estados Unidos. Al mismo tiempo, destacan que una vez que
Gorbachev dio los primeros pasos hacia la reconciliación con el Oeste, Reagan
(así como Thatcher) mostraron una considerable apertura y disposición para el
diálogo.
Por otra parte, las decisiones tomadas por los dirigentes
de la URSS para cambiar el sistema soviético fueron cruciales[vii].
Este enfoque hace hincapié en el papel de Gorbachev y sus asesores (Anatolij Cherniaev,
Alexander Yakovlev), aunque los historiadores no están de acuerdo en cómo
explicar las reformas -perestoika y glásnost- que Gorbachev llevó a cabo.
Algunos, ponen de relieve el papel de los factores materiales (principalmente la
debilidad de la economía soviética). Otros, rechazan esta explicación como una
simplificación excesiva y consideran que hay que tener en cuenta otros factores
no materiales como las ideas.
En tercer lugar, un marco internacional estable permitió
la toma de riesgos políticos[viii].
Los historiadores que adhieren a esta corriente, subrayan el papel de los
líderes occidentales (que aseguraron a Gorbachov que no buscaban la caída, ni
la humillación de la Unión Soviética), la importancia de la ONU y de Europa
Occidental; como ejemplo para Oriente.
Por último, la oposición no violenta en Europa Oriental y
la URSS ayudando al cambio[ix]. Los
principales impulsores de estos movimientos populares fueron: las cuestiones de
derechos humanos (Carta 77 en Checoslovaquia), el nacionalismo (especialmente
dentro de la URSS), las demandas económicas (Solidarność en Polonia), las
demandas medioambientales ("verdes" en Estonia y Letonia, que
iniciaron el movimiento independentista).
Al caer la URSS, el mundo se vuelve multipolar, las
superpotencias ya no tienen el monopolio de las bombas nucleares –otros estados
han desarrollado este poderío y lo hacen notar, como Corea del Norte-. La
contracara de lo que alguna vez fue la continua amenaza nuclear –en palabras de
Van Creveld-: “Ha ayudado para abrir camino para un número de acuerdos –algunos
internacionales, y algunos bilaterales entre las superpotencias- siendo el
propósito de cada uno de estos pactos limitar las armas, sus vehículos de
entrega, o ambos”[x].
Sin embargo, la gran mayoría de las guerras desde 1945
fueron conflictos de Baja Intensidad. Lo que evidencia que el sistema
internacional, está frente a nuevas modalidades de guerra; es decir, que la guerra
convencional tal como la conocemos en los últimos 300 años, se encuentra herida
de muerte y será reemplazada por otras formas de violencia: “La propia esencia
de tales conflictos consiste en engañar y minar la propia estructura trinitaria
del estado moderno, el cual desde muchos puntos de vista está mal situado para
lidiar con esta clase de guerra”[xi],
concluye Van Creveld, y agrega: “Bajo estas circunstancias, la guerra se
transformará en una experiencia directa para la mayoría de los civiles (…) La
guerra afectará a las personas de todas las edades y de ambos sexos (…) Como
participantes inmediatos, como blancos y como víctimas. Las prácticas que por
tres siglos han sido consideradas incivilizadas, como la toma de civiles y
hasta la toma de comunidades enteras como rehenes, con casi plena certeza
volverán”[xii].
Referencias
Referencias
[i]Van Creveld, Martin:
“La transformación de la guerra. La más radical reinterpretación del conflicto
armado desde Clausewitz”, 2007, Ediciones Buenos Aires. Capítulo 1, pp. 28.
[ii] The US and Western Europe: Empire by integration, by invitation, or out
of necessity?
LUNDESTAD
Geir, “Empire by Invitation? The United States and Western Europe, 1945-1952.”
Journal of Peace Research, Vol. 23, No. 3. (Sep., 1986), pp. 263-277.
[iii] Jean Guitton, el
pensamiento y la guerra, Instituto de Publicaciones Navales, Buenos Aires, 1972.
La Filosofía de la disuasión en la era nuclear.
[iv] Van Creveld, Martin:
“La transformación de la guerra. La más radical reinterpretación del conflicto
armado desde Clausewitz”, 2007, Ediciones Buenos Aires. Capítulo 1, pp. 21.
[v]Add Orne Westad, The Global
Cold War: Third World Interventions and the Making of our Times; Jeremi Suri,
Power and Protest, Global Revolution and the Rise of the Detente.
[vi] Algunas obras
recientes: James Mann, The Rebellion of Ronald Reagan; Romesh Ratnesar. Tear
Down This Wall: A City, a President, and the Speech That Ended The Cold War.
[vii] Brown, Archie. The
Gorbachev Factor
[viii] Bozo, Frédéric.
Mitterrand’s France, the End of the Cold War, and German Unification. Sarotte,
Mary Elise. 1989: The Struggle to Create Post-Cold War Europe
[ix] Engel, Jeffrey A. The
Fall of the Berlin Wall: The Revolutionary Legacy of 1989; Meyer, Michael. The
Year That Changed the World
[x] Van Creveld, Martin:
“La transformación de la guerra. La más radical reinterpretación del conflicto
armado desde Clausewitz”, 2007, Ediciones Buenos Aires. Capítulo 7, pp. 263.
[xi] Van Creveld, Martin:
“La transformación de la guerra. La más radical reinterpretación del conflicto
armado desde Clausewitz”, 2007, Ediciones Buenos Aires. Capítulo 1, pp. 21.
[xii]
Van Creveld,
Martin: “La transformación de la guerra. La más radical reinterpretación del
conflicto armado desde Clausewitz”, 2007, Ediciones Buenos Aires. Capítulo 7,
pp. 275.
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