La crisis de Ucrania

Por María Camila Quiroga

Durante el último año, Ucrania ha sido el escenario de una profunda crisis, debido a los conflictos suscitados por la anexión rusa de Crimea y la invasión del Este de aquel país. Dichos acontecimientos no se limitaron en la repercusión de los países involucrados, sino que también hicieron eco sobre la política exterior de la Unión Europea.

A pesar de la independencia de Ucrania desde 1991, del reconocimiento ruso en tres oportunidades previas, y de estar integrado en el sistema internacional; la anexión de la península de Crimea a la Federación Rusa se oficializó el 21 de marzo de 2014. En ese mismo mes, en la Asamblea General de Naciones Unidas se votaba una resolución de condena a Rusia por transgredir la integridad territorial de un Estado.

La oposición a la influencia rusa generó un clima de inestabilidad en el territorio ucraniano. Las movilizaciones del Euromaidán en Kiev comenzaron en noviembre del año pasado a raíz de que el entonces presidente de Ucrania, Víctor Yanukóvich, se negara a firmar un acuerdo político y económico histórico de asociación del país a la Unión Europea, después de la pretensión de firmarlo durante varios años de negociaciones. Según los partidarios del pacto -de nombre Sociedad Oriental de la Unión Europea- habría estrechado los lazos políticos e incrementado la economía mediante la apertura de las fronteras al comercio, la modernización e inclusión. Sin embargo, el 21 de noviembre de 2013 las tratativas con la UE cesaron, debido a la amenaza rusa de aplicar sanciones comerciales y aumentar el costo del gas si Ucrania adhería al tratado. Por este motivo, Yanukóvich se inclinó hacia una Unión Aduanera con Rusia.

Como consecuencia, sobrevino un rechazo por parte de grandes segmentos de la población -sobre todo jóvenes- que provocó el derrocamiento de Yanukóvich y su posterior huída a Rusia. El Consejo Supremo, conocido como Rada Suprema o Parlamento, mediante un impeachment destituyó al presidente con motivo del abandono de sus funciones. Pero, desde el punto de vista constitucional, la destitución fue cuestionada, ya que no fue creada una comisión investigadora -paso previo requerido por la Carta Magna para investigar las razones por las que se pretende destituir a un funcionario-. Aquellas manifestaciones, sobre las cuales se procuró aplicar la ley antiprotestas, fueron análogas a las de la Revolución Naranja de 2004. En esa ocasión, Yanukóvich también, se vio forzado a dimitir del cargo de primer ministro.

Desde entonces, surgieron diversos acontecimientos: Rusia ocupó Crimea y el Parlamento anunció la convocatoria de un referéndum regional acerca del futuro político de la península autónoma, en el que se optaría por la pertenencia a Ucrania, la independencia o la unión a Rusia. Por otro lado, en el este de Ucrania, emanaron manifestaciones contra el nuevo gobierno europeísta, que se propagaron hasta la región industrial del Donbass, donde el 45% de la población es de etnia rusa y tres cuartos de los habitantes habla el idioma ruso.

Luego de la anexión de Crimea a Rusia, la incertidumbre principal es si Ucrania podrá realizar exitosamente un giro hacia Europa o si caerá bajo la presión militar y económica del país vecino, a pesar de la presunta aplicación del Acuerdo de Minsk, que aspira a un alto al fuego entre Rusia y el este de Ucrania, el control internacional del cese de hostilidades, la liberación de rehenes y detenidos ilegalmente –entre otras medidas-, con el objetivo de restablecer la relación entre ambos países.

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